viernes, 6 de noviembre de 2009

MAS ALLA DE LA VOLUNTAD!







Insisto en la urgencia de que nuestra población sea consciente y responsable en el cambio de actitud en relación con el sobrepeso y la obesidad. La indiferencia, la comodidad, el desorden de prioridades, el sedentarismo y la malísima calidad alimenticia, actualmente se encuentra aniquilando vidas y llevando dolor, a quienes ya padecen alguna enfermedad; resultado de tanto descuido.

La semana pasada ingreso al gimnasio que yo administro, un cliente nuevo con 39 años de edad. Había sufrido un principio de derrame cerebral. Su estatura promedia 1.70, pero su índice metabólico basal se encuentra en obesidad grado extremo. Muy preocupado menciona su mal estilo de vida y el diario estrés que debe de enfrentar por sus obligaciones laborales. Una señora enfermera con 46 años de edad sufrió dos inicios de infarto, le salvo el tener dos años continuos de practicar en nuestro gimnasio, ejercicio cardiovascular; con ello su corazón estaba fortalecido muscularmente; de lo contrario la derivación de este problema hubiese sido muy trascendental, menciono su cardiólogo.

En cambio tengo un icono de una empleada publica, que transformo su figura en diez meses con la perdida de 80 libras de sobrepeso. La formula o la clave se llama determinación, disciplina, férrea voluntad, lo demás solo son pequeños aportes de quienes estamos detrás de sus objetivos.

Aquí es donde debemos de concientizar a las personas, que su asistencia al gimnasio no solo es para cambiar de imagen o la búsqueda de un perfil para revista. El famoso estrés es un asesino silencioso, fiel aliado de las ansiedades que deriva en presiones en el subconsciente; no existe válvula de escape, se adueña poco a poco de los grados sicológicos del ser humano y lo peor; asesta golpes irreversibles como muerte súbita, artritis, infartos, diabetes, depresión, jaquecas, algunos tipos de canceres, anorexia, bulimia, compulsión por comer grasas y cosas muy dulces, a la ves que margina del ejercicio a quienes día a día manejan sus vidas alrededor de el.

Visitar una cancha, salir de paseo a caminatas, asistir a un gimnasio, involucrarse en algún deporte, bailar aeróbicamente o andar en bicicleta al aire libre, en un periodo de tres veces por semana como minimo, significa quererse uno mismo. Nuestra autoestima quizás no va tan ligada a la vanidad, pero si a nuestros anhelos por vivir mas y mejor.

Es fácil sentarse en la pizzería, comer donuts al dos por uno acompañadas de sorbete, chocolate o café, pedir el combo King de hamburguesas, papas fritas y soda. La comida tradicional de las pupusas, pollo refrito, postres, pasteles y embutidos saturados de grasa, llamando a nuestro paladar. Un balde cervecero acompañado de boquitas de costilla, golosinas y frituras son las tareas del fin de semana, justificándonos que esa es la mejor manera de liberar el estrés de trabajo y de otras cosillas por allí.
Estoy en contra de los extremos y vivo con la realidad que nuestra pobre cultura, nos induce a frecuentar esos lugares de ves en cuando. La diferencia es, cuando las personas practicamos ejercicio y nos desligamos del sentimiento de la culpa.

Amigos cercanos, a veces me comentan que entre semana aparece alguna invitación de comer afuera de sus hogares y que ante una mesa llena de comida grasienta, han tenido la fuera de voluntad de comer lo mas rescatable y con porciones mas pequeñas. Esa forma de pensar proviene de una escuela llamada nutrición y ejercicio balanceado. Y si a alguien se le fue la mano y comió de todo y sobradamente, mis palabras son “Deja el mal sentimiento de culpa, porque tú haces ejercicio”; además, que no es de todos los días.

El paro cardiaco, la diabetes, las embolias cerebrales, los problemas en rodillas y columna, el cáncer y otros padecimientos relevantes, se encuentran siempre a la espera de arremeter, contra quienes día a día, siguen bajo la indiferencia de no hacer nada por sus vidas. Espero amigo lector que este no sea su caso, y si lo es, aun es tiempo de cambiar.

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